Las pinturas realizadas clandestinamente por Agustín Ibarrola entre 1962 y 1965 en la Prisión Central de Burgos fueron expuestas por toda Europa y reproducidas en diversas publicaciones en apoyo a campañas pro-amnistía, algo que contribuyó a un cambio de paradigma en la defensa de los derechos fundamentales.

De las pinturas realizadas por el artista vasco durante su cautiverio en el Penal de Burgos solo ha podido encontrarse una obra. Hoy te hablamos de ella. Su estudio puede ser de interés para conocer el resto de su producción clandestina durante su confinamiento en la cárcel.

Detención y torturas

Agustín Ibarrola había sido detenido el 14 de junio de 1962. Fue torturado durante los interrogatorios y juzgado junto con once detenidos más en el Consejo de Guerra celebrado el 21 de septiembre de 1962.

Condenado a nueve años de cárcel, contaba con un permiso oficial para pintar en la prisión central de burgos donde cumplió su condena. Sin embargo, dado que se trataba de una actividad sujeta al control de los responsables de la prisión, el artista se vio obligado a pintar clandestinamente obras donde abordaba temas relacionados con la represión, la tortura, la cárcel, y la lucha antifranquista.

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Estas piezas lograron salir de la cárcel y fueron expuestas en diversos países europeos gracias al apoyo brindado al antifranquismo por una red de organizaciones, colectivos e individuos que enmarcaban sus demandas en la defensa de los derechos humanos y la amnistía de los presos políticos.

Con su liberación, las pinturas de Agustín Ibarrola contribuyeron a gestar un cambio, un punto de inflexión en las movilizaciones y actuaciones en relación con los presos: de tener como principales protagonistas a miembros del entorno familiar, se pasó a un apoyo más amplio y a reclamar el fin de la represión y la libertad del conjunto de presos políticos españoles.

No cabe duda de que la defensa de los derechos humanos podía encontrar una amplia caja de resonancia en la sociedad, ya que permitía evitar tanto enmarcados asociados por muchos con épocas pasadas como acusaciones de partidismo, tan propias de la Guerra Fría. Esto suponía cambiar el marco interpretativo que daba sentido a la acción colectiva en el seno del movimiento antifranquista.

Las campañas tuvieron eco dentro y fuera de España. En el caso del Reino Unido esto llevó a la aparición de Appeal for Amnesty in Spain (AAS) en 1959.

Esta organización respondía a un modelo frentepopulista y contaba con el apoyo de reconocidas figuras públicas como el periodista John Arlott, el historiador Hugh Trevor-Roper, el liberal Jeremy Thorpe, el escultor Henry Moore, el compositor Benjamin Britten o el pintor Michael Ayrton.

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AAS se encargó de organizar la Conferencia de Europa Occidental para la amnistía de los presos y exiliados políticos españoles a la que llegaron la carta de los presos de Burgos y la pintura de Ibarrola.

Las imágenes en general y el arte en particular desempeñaban un papel relevante en el marco de las actividades de AAS. Era algo que compartía con otras organizaciones similares: las obras de arte que abordaban cuestiones relacionadas con las demandas de la organización contribuían a difundir su mensaje y cuando se trataba de obras de arte donadas por los artistas para ser vendidas por la organización.

Demostraban, en este sentido, el apoyo obtenido por personalidades conocidas del ámbito cultural que daban algo que podía considerarse como algo mucho más representativo de sí mismos, tal y como dijo Michel Ayrton: “firmar un cheque es relativamente sencillo, pero para un artista donar una pieza de uno mismo es como dar parte de su vida”.

Picasso, también en la AAS

La obra de Picasso había tenido un protagonismo especial en la conferencia celebrada en París en 1961: uno de sus dibujos se había expuesto en la sede y se había reproducido con los materiales del encuentro.

Resulta sencillo imaginar la impresión que debió generar entre los asistentes a la conferencia londinense el hecho de que uno de los envíos llegados desde el Penal de Burgos fuera precisamente una tela pintada por Agustín Ibarrola.

Interpretaron que era un artista que debía ser muy querido. No en vano, la primera vez que se vio un conjunto importante de pinturas realizadas por él fue durante su cautiverio, fue en la muestra organizada por el AAS en la St. George Gallery de Londres en diciembre de 1963.

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La tela enviada desde Burgos en 1965 presentaba rasgos en común, pero también diferencias con aquellas pinturas.

Las obras expuestas en Londres a finales de 1963 eran, en su mayoría, de pequeño tamaño y estaban realizadas sobre un papel muy delgado. Las piezas de mayor tamaño eran tres paneles titulados ‘Yesterday, Today, Tomorrow’ que componían una especie de tríptico sobre la España del pasado, del presente y del futuro pintadas en partes luego ensambladas.

En cambio, la obra enviada desde el Penal al encuentro londinense de 1965 estaba realizada sobre un tamaño considerable, que había sido pintada de una vez, no doblando o desdoblando distintas secciones de la tela.

Un envío semejante constituía una demostración de lo que eran capaces de lograr los presos del Penal gracias a su nivel de organización, así como de su valentía, uno de los rasgos del carácter de Agustín Ibarrola que le han hecho merecedor de la categoría de artista completo, por su talento artista y humano.

En próximos posts seguiremos recorriendo su trayectoria levantada, como decimos, sobre valores fundamentales muy bien construidos.