Escultura pública

Conversaciones con Juan Ángel Vela del Campo

En los momentos del franquismo y en los primeros años de la transición a la democracia a mí se me identificaba con el realismo socialista, se quería ver mi obra exclusivamente como un conjunto de manifestaciones o ambientes industriales de tono panfletario. Ya desde entonces, muchas veces me han negado mi relación con el color. Cuando pintaba a todo color las barcas de los pescadores o las máquinas modernas, la gente se sorprendía. «Qué raro, ¿por qué has metido ese color?», me decían. Y yo les contestaba: «Pues porque lo tiene, coño, por eso lo he pintado así». No estaban viendo que estaba haciendo un esfuerzo por un paisaje sociológico, intentando ser fiel a la representación ambiental. Otra cuestión es el paisaje industrial con casas originalmente pintadas en distintos colores que acaban llenas de cenizas, polvo y hollines adquiriendo un color uniforme. O los árboles alrededor de las fábricas, más grises que verdes, con óxido sobre las hojas. Además, en el Equipo 57 cultivamos el color a tope. Cuando se habla de mí se ignora muchas veces que estuve en el Equipo 57, se trata de ocultar la relación que he tenido con el arte de vanguardia, reduciéndome a un realismo simple y demagógico.

Al hacer líneas verticales sobre un plano superpuestas sobre el color de fondo del lienzo, intento que ese término posterior de detrás de las líneas se venga hacia delante paulatinamente. ¿Cuál es el sistema que empleo para eso? Es un sistema que hace referencia a los negativos-positivos conocidos, a la interrelación entre el fondo y la forma del Equipo 57, al principio de interactividad del espacio plástico.

En el Equipo 57 habíamos partido de la negación primero y del conocimiento relativo después de muchos creadores de la vanguardia histórica. En el empeño de analizar, criticar y aportar otras soluciones, habíamos caído en posiciones excesivamente dogmáticas de rechazo.

Nos presentábamos entonces no como la suma de conocimientos de los artistas que habíamos analizado, sino como la superación de muchas cosas que ellos no habían sido capaces de resolver, y por eso nos sentíamos como la vanguardia última, con toda nuestra cara.