Las obras de Agustín Ibarrola reflejan la lucha por la democracia y por la libertad. Quienes las ven aprecian un sentido especial de la justicia y la unidad.
También ponen de manifiesto el amor incondicional y gratitud a su mujer, que según asegura, ha sacrificado su vida por él.
Pero la marca Ibarrola también es fruto de su compromiso por retratar la explotación laboral, así como la marginación vivida por ser fiel a unas convicciones; ni la cárcel, ni la falta de libertad que vivió en su casa por su fidelidad a la democracia han frenado su creatividad.
Tuvo miedo (nunca sentimiento de venganza) y durante un tiempo, no pudo mostrar su obra, lo que le animo aún más a trabajar. Su pasión por el arte es tan grande que incluso pasó hambre para poder dibujar. Su vida está marcada por el amor vocacional al arte tallado en piedra, madera, acero…
Pintura Social Solidaria
Ibarrola representa uno de los esfuerzos más originales para darle nueva expresión a la Pintura Social. Nacido en el medio proletariado creado por la industria del hierro bilbaína, no vio en ello el lado fructífero, la riqueza que deslumbró a algunos y que les hizo tener cierto complejo de superioridad conocido. Tampoco se sintió un cantor poético del trabajo (una de las virtudes vascas según esquemas tradicionales) como Aurelio Arteta u otros pintores anteriores a él.
Ibarrola percibió el lado trágico del trabajo mismo, sus efectos en hombres y paisajes y de esto sacó materia para su obra, con expresiones distintas según las diversas fases de su vida de pintor.
Vio también los que tiene en el entorno de éstos.
«El tema es hoy en el País Vasco, como en otras muchas partes, de suma actualidad y de extrema gravedad también. Porque de un modo insensato se ha llegado a un deterioro del medio ambiente, que da lugar a la creación de los llamados grupos «ecologistas», que sea cual sea su actuación, tienen una razón sobrada para existir. Se han creado aglomeraciones monstruosas, ciudades-dormitorio, depósitos de detritus de todas las clases y la industria, esa panacea universal, se ha hecho vieja, vieja, vieja. La denuncia del pintor tiene un sentido. La del historiador otro. Uno refleja la imagen plástica de la realidad. El otro la intelectual. La cuestión es que estas denuncias de un mal evidente tengan su efecto y que haya remedio para el mismo».
Son palabras de Julio Caro Baroja en 1986 sobre la obra de Agustín Ibarrola.
No se puede condensar ni en palabras, ni en un vídeo. Sin embargo, te animamos a que veas este vídeo para conocer mejor a Agustín Ibarrola, el hombre y el artista.