La Bienal de Venecia , la exhibición de arte contemporáneo con más peso, es el banderín de enganche para las vanguardias politizadas. La edición de 1976 articuló un contrarelato de los años de la dictadura dando el protagonismo a una serie de artistas guardianes de la vanguardia en mayúsculas.

En aquel espacio, Agustín Ibarrola pidió Amnistía con un gran lienzo de barrotes rematados con una cerradura.

La exposición ‘Poéticas de la Democracia. Imágenes y contraimágenes de la Transición’, que puede visitarse en el museo Reina Sofía hasta el 29 de noviembre, el Reina Sofía rememora ahora aquel mítico acontecimiento artístico, cuya transcendía política no había sido lo suficientemente estudiada y que encierra un discurso cerrado y representativo del arte antifranquista del momento.

La muestra narra, en este sentido, la irrupción de nuevos lenguajes artísticos en función de dos hechos concretos que ocurren en esos años: la propia Bienal de Venecia de 1976 y el surgimiento de la subcultura urbana en España a mediados de la década de los 70, los años de recuperación de lo político.

Resultado de años de investigación

‘Poéticas de la democracia. Imágenes y contraimágenes de la Transición’ es el resultado de diez años de investigación del departamento de Colecciones del Museo Reina Sofía, que durante todo ese tiempo ha procurado reconstruir y rescatar todas aquellas manifestaciones artísticas excluidas del discurso institucional de la historia del arte español.

Se nutre de la investigación emprendida en 2008 por el departamento de Colecciones del Museo Reina Sofia, con el objetivo de reivindicar las experiencias artísticas excluidas del discurso institucional de la historia del arte español de la década de 1970.

Un periodo en el cual, junto a las demandas civiles en favor de las libertades democráticas, la justicia social y el autogobierno, surge una nueva estética vinculada a prácticas culturales innovadoras que buscan subvertir el orden franquista y los diseños institucionales que tratan de heredarlo.

En total se presentan unas 250 piezas de artistas como Eduardo Arroyo, Pilar Aymerich, Eugenia Balcells, Colita, Antonio Saura, Juan Genovés, Eulalia Grau, Luis Gordillo, Antoni Muntadas, Paz Muro, Antoni Tàpies, y el propio Agustín Ibarrola, entre otros; hay también abundante material perteneciente a colectivos y asociaciones de aquella época como pósteres, revistas, fanzines, etc.

Protagonismo de lo NO-Oficial

La parte emocionante de la exposición del Reina Sofía llega con las salas donde se da visibilidad a todo aquello que no era oficial. Los setenta empiezan a cuestionar lo inamovible.

Las revistas reflejan cómo los manicomios ya no son lugares cerrados, los enfermos mentales viven en pisos, pintan lo que les dicta el subconsciente en las paredes y se dejan fotografiar por Pilar Aymerich.

Anna Turbau recoge la vida de los enfermos en el Psiquiátrico de Conxo, en Santiago de Compostela. Los jóvenes discuten en ateneos libertarios y en jornadas anarquistas.

Las mujeres toman el control del feminismo y celebran en el paraninfo de la Universidad de Barcelona Les Jornades catalanes de la Dona (1976), un gran éxito que reunió en una convocatoria no permitida a 4.000 mujeres de medio mundo para analizar experiencias y ofrecer el testimonio de situaciones muy dispares. Allí se pidió igualdad de salario, abolición de la discriminación en el trabajo, una ley de divorcio, legalización del aborto.

La mujer, el motor

En aquellos años nace la revista Vindicación feminista de Lidia Falcón. Colita edita junto a la escritora Maria Aurèlia Capmany el fotolibro Antifémina. Son la mujeres el motor de los movimientos vecinales en los barrios, ocupan las calles y luchan por su espacio.

La Ley de Peligrosidad Social, con la que se encarcelaba y perseguía a homosexuales, continuaba en vigor. Mientras el pintor Ocaña se paseaba por las Ramblas vestido de mujeruca enlutada, la cultura alternativa se extendía por bares, pisos y festivales.

Se habla ya de tribus urbanas y Ceesepe, Victor Mira, Alberto García-Alix o Pedro Almodóvar son los oficiantes de la nueva cultura marginal. Se vive entre la vida y la muerte, se cuestiona la autoridad y los roles de género.

Así era España en 1976. Dos años después, en 1978, se aprueba la Constitución. Y el espíritu rupturista se desvanece.

‘Poéticas de la Democracia. Imágenes y contraimágenes de la Transición’ puede verse en el Museo Reina Sofía , Madrid hasta el 25 de noviembre de 2019.